jueves, 11 de febrero de 2010

Amor en una Curva del Tiempo


Nada más que una oportunidad, fueron las palabras de Vicente cuando caminaba con rumbo al centro de la capital. Un traje bonito, un perfume suave, no pareciendo demasiado imprudente, su peinado como siempre, hacían en él a una persona muy preocupada por su aspecto. Pero no sólo se destacaba en su apariencia física, eso iba más allá como una inteligencia brillante, lúcido, con un mar de ideas en proyectos y más aún su juventud que hacían en él todo un hombre de 29 años.



Quien lo viera, nadie creería que se reuniría con su amada, Sandra, una joven que tenía cinco años menos que él. Ambos estaban enojados desde hace un tiempo, el motivo los celos incontrolables de Vicente opacaban cualquier momento de felicidad entre ambos.



Al llegar a la esquina en que se habían citado vio que ella aún no llegaba al encuentro, entonces se acomodó la chaqueta y miró su reloj de plata que guardaba en su bolsillo.



Los minutos pasaban, al igual que las horas y no había ningún vestigio de ella por las calles, Vicente nervioso buscaba con su mirada, no desistía a que Sandra no llegara, pensó que algo le había pasado.


De un momento a otro, el joven comenzó a correr por las calles en su encuentro, sin embargo se percató que no habían carruajes por ningún lado, sino unas máquinas de cuatro ruedas que se movían extrañamente. Los hombres que deambulaban portaban unos objetos en su oídos y hablaban al aire como si estuviesen poseídos.



Para Vicente nada encajaba y la desesperación se hizo presente corriendo de un lado para el otro, debía salir de esa ciudad “endemoniada” como la llamó y buscar a su novia.



Sin embargo, él no entraba en consciencia de su verdadera realidad, cuando en esa misma calle en el año 1.800 esperaba a su amada y al verla acompañada desde la otra acera con otro hombre, un primo lejano, se avalanzó, siendo arrollado por un carruaje.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante e inesperado final. Fuera de lo común, cautiva al leerlo.

Publicar un comentario